Escribe Hernán Ceccato
Cristiani, el padre de la animación argentina
Cada 9 de noviembre los argentinos celebran el Día Nacional de la Animación como una forma de homenajear a Quirino Cristiani, pionero de la animación cinematográfica argentina e internacional, un realizador que comprendió el poder de los dibujos y las caricaturas y las supo convertir en largometrajes ideológicos comprometidos con la coyuntura política. La obra de Cristiani nace de la resiliencia, como una forma de hacerle frente a los obstáculos técnicos y estéticos de la época. Su filmografía se adelantó en visión, técnica y estilo a Walt Disney, quien estrenó “Blanca Nieves y los Siete Enanos” recién en 1937. 20 años antes, Cristiani había exhibido públicamente el primer largometraje animado de la historia del cine (“El Apóstol”, 1917), así como el primer film sonoro de animación del mundo (“Peludópolis”, 1931).
La técnicas implementadas por Cristiani involucraban el dibujo tradicional, los recortes, el collage, el stop-motion y la construcción de maquetas tridimensionales. En todas estas áreas el artista argentino demostró tener un talento innato y un ojo puesto en la proyección a futuro que las obras terminadas podían tener. En 1917, las técnicas de animación que desarrolló permitieron que filmes como “El Apóstol” fueran posibles. Para esta película se utilizaron 58 mil dibujos en 35 mm (14 cuadros por segundo), además de varias maquetas que representaban edificios públicos de Buenos Aires. Así que su mérito es doble, ya que no solo se recuerda y destaca su habilidad técnica, también es de notable importancia señalar su compromiso para con el contexto social, probable razón de su elección de la sátira política como vehículo narrativo predilecto. La primera película animada de la historia del cine no estaba pensada necesariamente para un público infantil.
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En los entretiempos de su obra cinematográfica, Cristiani dibujaba caricaturas e historietas para periódicos y revistas, pero los ingresos no alcanzaban a cubrir sus necesidades. Nuevamente, la resiliencia e inventiva argentina toman presencia, y el dibujante comienza a trabajar en un nuevo emprendimiento: recorrer barrios porteños sin cine y proyectar películas en una pantalla al aire libre, o como él lo llamo, su “Public-Cine“. Lamentablemente esta iniciativa no duró mucho, ya que diversas autoridades municipales consideraron que esta actividad interrumpía el tráfico y perturbaba la paz.
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Vida y obra de Quirino Cristiani
Quirino Cristiani nació el 2 de julio de 1896 en Santa Giuletta, provincia de Pavia, Italia. En 1900 su familia se traslada a la Argentina, donde cursa sus estudios primarios y secundarios. En 1916 comienza a dibujar caricaturas de humor político para el productor Federico Valle, responsable de los noticieros cinematográficos “Actualidades Valle“, que se exhibían en los cines porteños. A pedido del propio Valle, la misión de Cristiani es convertir sus estáticas viñetas en imágenes en movimiento; así, ese mismo año, desarrolla su primer cortometraje animado (“Intervención en la Provincia de Buenos Aires“). La técnica de Cristiani consistía en secuencias de caricaturas dibujadas sobre cartulina y fotografiadas en la terraza de su casa. Esta experiencia pavimentó el camino para su siguiente proyecto, que a su vez estableció un hito en la cinematografía nacional y mundial.
“El Apóstol” (1917) es el primer largometraje de dibujos animados de la -joven- historia del cine. Se trata de una sátira política sobre la figura de Hipólito Irigoyen, con libreto de Alfonso de Laferrére, dibujos de Cristiani, modelos de Andrés Ducaud, bocetos de Diógenes Taborda y la producción de Federico Valle. La película de Cristiani resulta un rotundo éxito, permaneciendo en cartelera durante un año.
En 1918, además de patentar una mesa para la creación de películas animadas, realiza y estrena el segundo largometraje animado de la historia: “Sin Dejar Rastros“, donde denuncia atrocidades ocurridas durante la Primera Guerra Mundial. Pero este segundo film no alcanza el éxito de su predecesor, y el mismo día de su estreno es censurado, confiscado por el gobierno de turno y retirado de cartelera.
Hacia 1927, el icónico estudio cinematográfico norteamericano Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) contrató a Cristiani como director de publicidad de sus oficinas en Argentina. En paralelo, el animador argentino comenzó a formar su propio estudio: Cristiani Studios. Desde allí, el 16 de septiembre de 1931, estrenó “Peludópolis“, que ostenta el mérito de ser el primer largometraje de animación sonoro, aunque le produjo a su autor graves pérdidas económicas.
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Un encuentro con Disney y un lamentable final
Durante la década de los 30, el estudio de Cristiani luchó contra las adversidades económicas y tecnológicas del propio medio. Al darse cuenta que no tenía la posibilidad de hacerle frente a la competencia de estudios como Disney, el argentino decide dedicar sus esfuerzos al doblaje y subtitulado de películas extranjeras. En 1932, el corto “Flores y Árboles” de Disney se convirtió en la primera producción en ganar el Oscar al Mejor Cortometraje Animado; posteriormente, en 1937, el estreno de “Blanca Nieves y los Siete Enanos” establece un nuevo precedente en la historia de la animación, al tratarse de una película pionera respecto al uso de los colores, el sonido y novedosas placas de animación. Para entonces, Disney se establece a nivel mundial como el estudio pionero de la animación. En 1941, en vísperas del estreno del film “Fantasia“, Walt Disney visitó Argentina e, invadido por la curiosidad, visita los estudios de Cristiani para conocer de cerca su obra. El creador del Ratón Mickey quedó encantado con la inventiva y la creatividad del argentino, y le ofreció un empleo en sus estudios de Estados Unidos. Sin embargo, dado el éxito que había cosechado en Argentina, y por fidelidad a su propia empresa, Cristiani rechazó la oferta.
La relevancia de Cristiani en la historia del cine siempre ha sido materia de controversia y debate, ya que en la actualidad no se conservan copias de la mayoría de sus películas. Esto se debe a dos incendios, ocurridos en 1957 y 1961, que destruyeron la mayor parte de la obra del cineasta argentino. Los originales, las siluetas y los negativos de sus cortos y largometrajes se perdieron para siempre, quedando solo algunos de los recortes utilizados para la filmación. Sobrevivió el corto “El mono relojero” (1938), adaptación del famoso cuento de Constancio C. Vigil que fue, justamente, uno de los últimos trabajos de su filmografía; actualmente es uno de los pocos cortos de su autoría que se conservan.
En este triste contexto, Cristiani decidió alejarse del mundo del cine y del ojo público, convirtiéndose en una figura injustamente olvidada. La obra del animador argentino se convirtió así en una de las más buscadas por investigadores, rescatadores y preservadores de material fílmico. Son muchos quienes luchan por mantener vivo el recuerdo de su filmografía. En la década de los 80 se a revalorizado su contribución a la industria cinematográfica, con homenajes en Argentina e Italia; se han escrito libros y artículos que recuperan y celebran su obra; y se han exhibido públicamente los pocos cortos de su filmografía que sobreviven.
Filmografía completa
- 1916: La intervención en la provincia de Buenos Aires
- 1917: El apóstol
- 1918: Sin dejar rastros
- 1919: Los que ligan
- 1923: Firpo-Dempsey (cortometraje acerca de la pelea de boxeo entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey)
- 1923: Firpo-Brennan
- 1924: Uruguayos forever (cortometraje acerca de la victoria de la Selección de fútbol de Uruguay en las Olimpíadas de 1924)
- 1924: Humberto de Garufa (cortometraje animado ―con guion, dirección y dibujos de Cristiani― acerca de la visita a Buenos Aires del príncipe italiano Humberto II de Italia)
- 1925: Rhinoplastia
- 1925: Gastronomía
- 1931: Peludópolis
- 1938: El mono relojero
- 1941: Entre pitos y flautas
- 1943: Carbonada
