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Periodismo como espectáculo: Cine América proyectará “El Gran Carvanal”, de Billy Wilder

Entre este lunes y miércoles, en la histórica sala de Cine Club Santa Fe se proyectarán tres clásicos fundamentales de Hollywood: "El Halcón Maltés" (1941), "Pacto de sangre" (1944) y "El Gran Carvanal" (1951).

Qué se puede hacer, salvo ver películas

Como ya es habitual, la mítica sala del Cine América es el lugar indicado para hallar las películas que no vas a encontrar en otras salas ni en las plataformas. Como una propuesta de verano, Cine Club Santa Fe organiza una serie de proyecciones de películas clásicas, destinadas a reconectar a las audiencias con historias que trascendieron los límites del tiempo.

En este contexto, la cartelera de esta semana albergará tres títulos que pertenecen a la Era Dorada de Hollywood: comenzando este lunes 30, “El Halcón Maltés”, de John Huston (1941) desde las 17:30; el martes 31 será el turno de “Pacto de sangre”, de Billy Wilder (1944) desde las 17:15;  finalizando el miércoles 1 de febrero con la controversial “El Gran Carvanal”, también de Billy Wilder (1951) desde las 17:15.

 

Lunes 30: El Halcón Maltés

Sería difícil hablar del Hollywood clásico sin invocar la obra de dos directores fundamentales: John Huston y Billy Wilder. En el caso de Huston, uno de los realizadores de mayor impacto a nivel internacional, su adaptación de “El Halcón Maltés” es un claro ejemplo de maestría del género suspenso/noir, y resultó en una de las películas más representativas de la década de 1940. Basada en la novela de Dashiell Hammett, y protagonizada por Humphrey Bogart, Mary Astor, Gladys George y Peter Lorre.

En el siglo XVI, los Caballeros de la Orden de Malta regalaron a Carlos I de España y V de Alemania la estatuilla de un halcón de oro macizo con incrustaciones de piedras preciosas. Era una muestra de gratitud por ciertas prerrogativas que el monarca les había concedido. Sin embargo, la joya no llegó nunca a manos del Emperador, ya que la galera que la trasportaba fue asaltada por unos piratas. Cuatrocientos años después, el detective privado Sam Spade y su socio Archer aceptan el encargo de una joven que quiere encontrar a su hermana, que ha desaparecido con un hombre sin escrúpulos. (FILMAFFINITY)

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Martes 31: Pacto de Sangre

En el caso de Billy Wilder, hallamos la presencia de uno de los grandes autores de la historia de Hollywood. Porque después de todo, Wilder era, en primer lugar, un escritor consumado. La calidad e inventiva de sus guiones lo convirtieron en uno de los realizadores más notables de su generación, siendo el autor de películas hoy consideradas clásicos indiscutidos como “Sunset Boulevard”, “One, Two Three”, y “El Departamento” y “Una Eva y dos Adanes”. Con “Pacto de Sangre” (Double Indemnity), Wilder incursiona en el “cine negro”, una corriente del Hollywood clásico que trascendió más allá del género policial y de suspenso. Producida en 1944, la película se inspira en la novela de James M. Cain, y estuvo protagonizada por un poderoso trío de emblemas: Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson.

En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)

Miércoles 1: El Gran Carnaval

Esta trilogía de obras clásicas que serán proyectadas en el Cine América concluye con otra película de Billy Wilder, y se trata de una de sus obras más controversiales, hoy considerada una obra de referencia de indudable valor crítico. Con “El Gran Carvanal” (Ace in the Hole) Wilder explora las cuestiones morales del periodismo sensacionalista, retomando aspectos de sus días como periodista. Es una película de inusitada conciencia crítica, una característica común en toda su obra, producida en 1951, y protagonizada por Kirk Douglas, un actor emblemático, padre de Michael Douglas.

Charles Tatum (Douglas) es un ambicioso y altanero periodista de Nueva York, que comienza a trabajar en un pequeño periódico de Alburquerque, en Nuevo México. Después de un año de realizar cobertura de eventos y sucesos que considera “banales”, Tatum descubre por accidente que un hombre se encuentra atrapado en el fondo de una galería minera. Aunque el hombre podría ser salvado con facilidad, el periodista se muestra dispuesto a sacarle jugo a la historia y conseguir una primicia exclusiva. Así, gracias a la ayuda de corruptos personajes como el sheriff del pueblo y la esposa de la víctima, logra ralentizar el operativo de rescate, amplificando de esta manera la espectacularidad del suceso y poder escribir cada día un nueva nueva crónica sobre los hechos.

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La película está basada en un hecho real ocurrido en Kentucky en 1925, que terminó con la muerte de un hombre, Floyd Collins. “El Gran Carnaval” fue un notable fracaso de taquilla en Estados Unidos, pero obtuvo una extraordinaria acogida en Europa, donde consiguió el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Venecia. La prensa de los EE.UU., que se vio atacada por la premisa del film, no tuvo piedad con Wilder. La revista LIFE llegó a decir que “Mr. Wilder debería ser deportado”. Por su parte, The New York Times destacó la extraordinaria labor con la que retrata la monstruosa vulgaridad del comportamiento de las masas y de la prensa sensacionalista. La película llegó a ser tildada de “antinorteamericana”, ya que se sostenía que iba contra los lectores de los periódicos.

En palabras del propio Wilder, el verdadero motivo por el fracaso comercial de la película se encuentra en el verdadero antagonista de la cinta, el público norteamericano: “Nadie quiere verse a sí mismo en el papel de malvado. ¡Cómo se puede atraer a la gente al cine, a contemplar un espectáculo, cuando se le está echando en cara las bestiales consecuencias que puede tener el afán de espectáculo!”. Sin embargo, pese a todo, Wilder nunca trató de justificar el fracaso de la película. Dijo: “Nadie quiere gastarse cinco dólares para enterarse en el cine de que era un tipo miserable”.

La finalidad del periodismo sensacionalista es el lucro, que determina sus acciones y movimientos. Por ello es de poco interés plantear su crítica desde la ética o la moral. La prensa sensacionalista tuvo su origen en las canciones populares, que reproducían el modelo medieval de los viejos juglares en que, a viva voz, se describían las hazañas y se contaban las historias. Es decir, tiene su origen en la tradición oral. En los impresos de divulgación pública se remontan al siglo XVI, cuando las gacetas alemanas y francesas incluían noticias sobre crímenes, dramas familiares y chismes de la realeza. Fue en la segunda mitad del XIX cuando se asumió directamente el sensacionalismo como expresión de una manera particular y deliberada de hacer periodismo. Esto ocurrió principalmente en Francia, Inglaterra, Alemania y en los Estados Unidos de Norteamérica.

El caso estadounidense es el más claro. Con el afán de hacerse con el mayor número de lectores y aumentar las ventas, los grandes periódicos comenzaron a apelar a la fórmula del escándalo, utilizando -cuando convenía- la invención de noticias o la exageración, generando así problemas de relevancia.

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