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Facundo Campazzo no sumó ni un minuto en la derrota de su equipo en la NBA

El argentino quedó sentado en el banco de relevos en lo que fue la victoria de Dallas Mavericks por 124 a 117 frente a Denver Nuggets.

El base cordobés se quedó afuera del duelo de los “grandes”

Era uno de los partidos más esperados. Porque Denver y Dallas son dos equipos con muchos de los elementos que se consideran la esencia del show en la NBA. Al final quedó el mal sabor por la ausencia de Facundo Campazzo, que por primera vez vio un partido completo desde el banco de suplentes. Sin embargo el espectáculo, que se completó con un agónico triunfo de los Mavericks por 124 a 117 en tiempo suplementario (109-109), fue muy divertido.

Se esperaba el duelo entre Campazzo y Luka Doncic, compañeros en Real Madrid duranteun par de temporadas. Intercambiaron charlas y risas poco antes de la acción, pero no hubo enfrentamiento en la cancha.

Cada partido en la NBA cuenta una historia. Su argumento a veces es fácil de advertir. Otras, es algo más intrincado para los simples observadores. Y las explicaciones pueden ser dadas sólo por los entrenadores. Los que interpretan y ven más allá de lo que tiene ante sus ojos la mayoría.

Que Facundo Campazzo no haya ingresado, que quedara fuera de la rotación que el DT Mike Malone mostró hasta este momento, fue llamativo. El porqué se responderá más tarde y es exclusivo de los coaches. Pero una posibilidad es que Dallas utilizó durante mucho tiempo a Willie Cauley-Stein (2,13m) y Boban Marjanovic (2,24) en su formación. El serbio, especialmente, complicó muchísimo la defensiva de los Nuggets, desestabilizó las estructuras, anotó puntos y generó espacios para que sus compañeros convirtieran. También los ala-pivotes de Dallas son muy altos: Maxi Kleber (2,11) y Dwight Powell (2,08).

¿Por qué eso debería afectar a Campazzo, que es un base? En los últimos partidos, Denver utilizó durante muchos pasajes del juego una formación baja, de cuatro perimetrales. Incluso en los descansos de su pivote, Nikola Jokic, el lugar fue ocupado por ala-pivotes, como Paul Millsap o JaMaychal Green. Esta vez, ante el desequilibrio de su rival en el juego interior, los pivotes, Jokic y Isaiah Hartenstein, siempre estuvieron acompañados por otro jugador de talla. De esa manera, los lugares para los perimetrales se redujeron de cuatro a tres. Y allí el cordobés perdió posibilidades.

Sólo en un momento del final del segundo cuarto Malone optó por el “small ball” (la formación baja), pero fue con Morris, Murray, Dozier, Burton y Millsap.

Aún con la natural decepción que para los argentinos causó la ausencia de Campazzo, el partido planteó un interesante duelo entre los dos jugadores más lentos de la NBA. Y esto no está dicho de manera peyorativa. Todo lo contrario. El esloveno Luka Doncic, de Dallas, es un base. El serbio Jokic, de Denver, es un pivote. Pero los dos comparten algunos aspectos exquisitos de este juego. Ambos, de raíces eslavas, dominan la NBA con un estilo muy particular. En la era del vértigo y la explosión, ellos ralentizan el juego.

A los dos se suele cuestionarles su condición física. Cada tanto se dice que están gordos (aunque este año Jokic luce más delgado que nunca). Pero lo interesante es la cadencia con la que se acomodaron a un juego tan distinto. Aunque parezca mentira, ellos pueden imponer su velocidad crucero para ser las figuras. Amagos, detenciones, cambios de dirección, pases brillantes. Mientras la mayoría intenta imponerse por la prepotencia física, ellos lo hacen con la inteligencia, la capacidad de encontrar el momento justo para un tiro, un giro o un dribbling en cámara lenta.

Son lentos, poco atléticos. Lo saben. Aun así, son tan dominantes que suelen conseguir cifras abultadas en los principales rubros estadísticos. Muchas veces consiguen triples dobles (llegar a la decena en tres campos numéricos) o están cerca de hacerlo. Esta vez Jokic terminó con 38 tantos, 11 rebotes y 4 asistencias, y Doncic con 38, 9 y 13, respectivamente. Verlos juntos en una cancha siempre será atractivo y un motivo de admiración. Aunque los argentinos sigan molestos por no ver a Campazzo.

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Fuente: La Nación

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