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Hablemos de Bullying: advirtieron que “los chicos no denuncian por miedo a represalias y vergüenza”

Luego del relato de una madre en Sol Play sobre un caso de bullying en un colegio privado, integrantes de la ONG brindaron precisiones sobre cómo actuar en estas situaciones.

La visión de un profesional sobre cómo actuar ante un caso de bullying

Una madre de Santa Fe denunció que su hija de 16 años sufre bullying por parte de compañeras en una escuela privada y que ni las autoridades de la institución ni el Ministerio de Educación le dieron respuesta. Ante esta situación, Pablo Mainer, fundador de la ONG “Hablemos de Bullying”, conformada por psicopedagogos, docentes y psicólogos, explicó la importancia de reconocer el problema y cómo abordar casos de este tipo.

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Mainer comenzó aclarando que “ni la institución ni la familia se comunicaron. No podemos opinar sobre el caso puntual”.

“Cuando vamos a la escuela o hacemos capacitaciones, cuesta identificar el fenómeno. Ante un caso, las familias no saben cómo actuar, qué hacer. Por la desesperación, las familias llegan a los medios, y es muy importante decir que los chicos a veces no se animan a denunciar por las repercusiones, precisamente”, aclaró Mainer.

Luego agregó: “Los chicos tienen miedo a represalias, tienen vergüenza, no quieren sumarle un problema más a la familia, temen a la reacción de los padres, hasta dónde puede escalar esto”.

Por otro lado, aconsejó trabajar en conjunto con el equipo escolar, pero ante la falta de respuestas de la institución educativa: “Salir hacia afuera con autoridades del ministerio o con organizaciones como las nuestras, o en casos con consecuencias de personas hostigadas, pedir ayuda profesional, no sólo para los niños, sino para la familia, sostener a los que sostienen”.

El dirigente explicó que el bullying es una violencia constante entre pares, un juego de poder que atrapa a la víctima y afecta su salud mental. Ante la consulta de cómo reconocer un caso de bullying, expresó: Comienzan con estrés, todos los días, porque afecta la sociabilidad; no quieren hacer nada, afecta el sueño, la comida, están apagados, no se ríen, no salen al recreo; cuando hablan, se hace silencio o no lo hacen parte. El más común es por exclusión: no los invitan a los cumpleaños, no los agregan a los grupos”.

Según la edad, el tipo de bullying cambia: “Los chicos más pequeños tienen más agresiones físicas, y los más grandes, adolescentes y preadolescentes, van con el bullying psicológico o social, de apartamiento, y el material, de robar o esconder cosas”.

Focalizando en el rol que cumple el docente dentro del salón, Mainer expresó: “Suelen no estar capacitados; esto en la carrera docente no se ve. Las instituciones no tienen protocolos; puede haber buenas intenciones, pero se cometen errores igualmente. Estamos mucho tiempo trabajando sobre un montón de cuestiones, con el clima escolar, comunicación, normas, protocolos; lo que hay que hacer es un trabajo institucional que no sólo es de los docentes, hay que sumar a las familias y a los chicos”.

Al final, cuando sacan de la escuela al que agrede o al que es agredido porque ya no hay más opciones, “se está reforzando en esa persona, tanto en el agresor como en la víctima, que no pudo resolver sus problemas sociales. Es como decirles que ambos fallaron. Y eso no es recomendable”.

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