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Columna de Pablo Benito: Chris, Will y los límites del humor

Lee la nota del periodista de Sol Play 91.5.

Chris, Will y los límites del humor 

La bofetada de Will Smith a Chris Rock, en medio de la gala de los Oscar, luego de que el humorista haga un chiste con la calva de su esposa comparándola con la imagen de Demi Moore en Gi.Jane, trae a relucir, en primer lugar, que los Oscar siguen entregándose –al igual que los Martin Fierro y los Olimpia al deporte- y que la violencia garpa mucho más que la alegría. La tragedia se impone, por goleada, a la comedia.

Mejor poner límites al drama

Para muestra basta una plataforma digital que ofrece series y películas para “maratonear”. La temática que se impone es la de asesinatos, distopías apocalípticas, guerras, violencia extrema, sufrimientos íntimos etc. No hay límites para el drama ¿Por qué habría de haberlo para el humor?

Increíblemente, a partir de la hartera cachetada de un hombre alto y atlético “ofendido” contra un pequeño y desprevenido que realizaba un monólogo en el que TODOS reían, el debate social en general– y por redes en particular- se instaló en el límite entre el humor y la ofensa.

El último antecedente de “límites del humor” internacional, que inició la moda de atentados en las capitales y principales ciudades del mundo fue, precisamente, cuando un grupo de asesinos en nombre de la moral, su Dios y las costumbres, acribillaron a 12 humoristas gráficos porque se sintieron ofendidos por una portada de la revista Charlie Hedbo. Fue el 7 de enero de 2015 y motivó que millones popularizaran el “Je Suis Charlie”, emulando el “Todos somos Cabeza” que conmemora la muerte del fotógrafo quien “ofendió” a un tal Yabrán.

Foto: Gentileza

Claro que no se trata de la bofetada, en cuestión, como hecho significativo, pero sí que – una vez más- la violencia le gane a la ironía y el sarcasmo por arrolladora diferencia de rating.

Y es que el humor, como discurso, como complicidad humanista que une a las personas a través de la risa o el aplazamiento del ego por un momento, va perdiendo su poder de sanar el exceso de importancia que nos damos a nosotros mismos.

El humor ejercita la memoria

No pasó una semana de que se conmemoró, en nuestro país, el día de la memoria histórica fijada en la trágica fecha del 24 de marzo de 1976 día en que comenzará la oscura noche en que el Estado se transformó en terrorista.

Foto: Gentileza.

La patética pelea entre políticos, profesionales, que pretendían arrogarse la titularidad del dolor de los humanos violados en sus más esenciales derechos, bien puede ser como tragedia o comedia del relato. De tan absurdo, puede resultar cómico la tontería de jugar a quien tuvo la justicia más larga o la impunidad más corta para juzgar a los genocidas por los delitos de lesa humanidad.

Pocos pueden reconocer la valentía de las y los humoristas que DURANTE la dictadura fueron denunciando lo que ocurría, en el subsuelo, sacando con supina creatividad la realidad a la superficie.

La revista Humor, el propio Tato Bores con sus imaginarios llamados a Videla, Tato Pavloski o Quino, contaban, en clave de sorna, lo que ocurría, pero también lo habían ido anunciando desde un papel, no partidario, los peligros de la violencia política como lenguaje de los “ofendidos” que resuelven diferencias por medio de las armas ante el “libertinaje”.

La prefabricada “grieta” política, cultural y hasta de género se impone a la madurez del humor como sabiduría ante las aparentes diferencias.

Los “humos” y el humor

El humor político desaparece en el obligado mandato de “pertenecer”. Sos gorila, o globoludo. Sos “la derecha” o … ¿Progresista? Zurdo. Feminazi o anti derechos. Verde o celeste.

Dientes apretados y tujes cerrado por donde ni una pizca de humor puede entrar.

Es que si tiene límites no es humor. El humor no tiene fronteras, límites, banderas, ni equipos. Es el ejercicio pleno del activismo por medio del ingenio para buscar la rebeldía y romper la paz y la monotonía de los cementerios.

Poner límites al humor es matarlo, adiestrar a un salvaje y domesticarlo.

Will Smith quiso cerrar la boca de Chris Rock de una bofetada. No encontró otra forma, quizás no la tenía o nunca la tuvo. Como no la tienen quienes apelan a la fuerza e imposición física para callar al que los “ofende”. Rock ha denunciado el racismo de su propio país como nadie y su peor “pecado” ha sido delatar a sus “hermanos” como participantes activos de esa misma discriminación al negro en EEUU.

Chris Rock pudo haberse equivocado al reírse “de” y no “con” Jada Pinkett Smith, quien resolvió con violencia el posible error fue Will Smith (quien no se apellida Smith Pinkett).

Jada Pinkett, estaba bellísima al igual que Demi Moore en Gi. Jane, su calvicie no responde a enfermedad terminal alguna y bien puede ser asumida ¿Había espacio para el humor ahí? Claramente lo había y por eso la respuesta de ese público fue la carcajada.

¿La bella Jada dimensionó el chiste como agresión? ¿Le pareció pertinente cerrar la boca del humorista con tremendo golpe? Nunca lo sabremos.

El ganador del Oscar no iba a renunciar a su papel protagónico dejando a su compañera en el reparto, en un papel secundario… más bien de extra.

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