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Santa Fe

Documento de la iglesia sobre la droga y el narcotráfico: “Perseguir el delito es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado”.

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Monseñor José María Arancedo – SOL 91.5

El arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia
Episcopal Argentina (CEA), José María Arancedo realizó esta mañana una
conferencia de prensa en donde dio detalles del comunicado emitido por la CEA
sobre la droga y el narcotráfico.

 

 

En ese sentido expresó que “que han querido ser claros y esperanzador,
hacer tomar conciencia a toda la comunidad y hacer un llamado las autoridades
porque no puede quedar siendo ocasión de conversación, es un tema que tiene
muchas aristas”.

 


Asimismo el arzobispo agregó que debe haber “cultura de
valores donde el futuro este en el presente porque el presente termina tragándose
a muchos jóvenes”.

A continuación detallamos el comunicado completo

Angustias de la sociedad

1 – La sociedad vive con dolor y preocupación el crecimiento del narcotráfico en
nuestro país. Son muchos los que nos acercan su angustia ante este flagelo. Nos
conmueve acompañar a las madres y los padres que ya no saben qué hacer con sus
hijos adictos, a quienes ven cada vez más cerca de la muerte. Nos quedamos sin
palabras ante el dolor de quienes lloran la pérdida de un hijo por sobredosis o
hechos de violencia vinculados al narcotráfico.

2 – Sabemos que este problema es un emergente de la crisis existencial del
sentido de la vida en que está sumergida nuestra sociedad. Se refleja en el
deterioro de los vínculos sociales y en la ausencia de valores
trascendentes. 


3 – Cuando este mal se instala en los barrios destruye
las familias, siembra miedo y desconfianza entre los vecinos, aleja a los
chicos y a los jóvenes de la escuela y el trabajo. Tarde o temprano algunos son
captados como ayudantes del “negocio”. Hay gente que vende droga para
subsistir, sin advertir el grave daño que se realiza al tejido social y a los
pobres en particular. 


4 – Es alarmante la expansión de las llamadas drogas
sintéticas, que se distribuyen en diversos espacios festivos, y nos duelen las
conductas autodestructivas en adolescentes o jóvenes que consumen diversas
sustancias.


5 – Lo que escuchamos decir con frecuencia es que a esta
situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de
algunos dirigentes. La sociedad a menudo sospecha que miembros de fuerzas de
seguridad, funcionarios de la justicia y políticos colaboran con los grupos
mafiosos. Esta realidad debilita la confianza y desanima las expectativas de
cambio. Pero también es funcional y cómplice quien pudiendo hacer algo se
desentiende, se lava las manos y “mira para otro lado”.


Necesidad de medidas urgentes

 6 – La Argentina está corriendo el riesgo de pasar a una situación de difícil
retorno. Si la dirigencia política y social no toma medidas urgentes costará
mucho tiempo y mucha sangre erradicar estas mafias que han ido ganando cada vez
más espacio. Es cierto que el desafío es enorme y el poder de corrupción y
extorsión de los grupos criminales es grande. Pero no es verdad que “nada
se puede hacer”. 


7 – La complejidad de este tema es tal que solo será
abordado eficazmente por medio de amplios consensos sociales que deriven en
políticas públicas de corto, mediano y largo alcance. Pero perseguir el delito
es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado. Recogemos también la
preocupación por la desprotección de nuestras fronteras, y por la demora en
dotar de adecuados sistemas de radar a las zonas más vulnerables.


Lamentamos que el organismo del Estado dedicado a
coordinar las políticas públicas en esta materia (SEDRONAR) lleve tantos meses
sin tener su responsable designado.

Pasión por el bien

8 – Muchos centros educativos, clubes barriales y diversas ONG colaboran en la
educación, prevención y asistencia a las víctimas. Reconocemos gratamente la
ardua tarea que se desarrolla desde la Iglesia implementando en las diócesis la
pastoral de adicciones, promoviendo la contención de familias, el
acompañamiento y la reinserción social de los adictos. Valoramos de corazón el
esfuerzo, la dedicación y la entrega de tanta gente generosa que colabora en
comunidades terapéuticas. No obstante, como obispos somos conscientes de que no
hemos sido suficientemente eficaces en promover una pastoral que convoque y
contenga a los adolescentes y jóvenes. A su vez, seguimos alentando la creación
de centros de asistencia para quienes sufren la esclavitud de la adicción y les
cuesta salir.


9 – Esta situación está dejando un tendal de heridos que
reclaman de parte de todos compromiso y cercanía. Jesús nos pide que nos
inclinemos ante quien sufre y que tratemos con ternura sus heridas.


10 – San Pablo nos enseña a “tener horror por el mal
y pasión por el bien” (Rm 12, 9). Por eso no debemos quedarnos solamente
en señalar el mal. Alentamos en la esperanza a todos los que buscan una
respuesta sin bajar los brazos:
   A las madres que se organizan para ayudar a sus hijos. 
   A los padres que reclaman justicia ante la muerte temprana. 
   A los amigos que no se cansan de estar cerca y de insistir sin
desanimarse.
   A los comunicadores que hacen visible esta problemática en la
sociedad.
   A los docentes que cotidianamente orientan y contienen a los
jóvenes.
  A los sacerdotes, consagradas, consagrados y laicos que en nuestras
comunidades brindan espacios de dignidad humana. 
   A los miembros de fuerzas de seguridad y funcionarios de otras estructuras
del Estado que aún a riesgo de su vida no se desentienden de los que sufren.
   A todos los que resisten la extorsión de las mafias.

Que no nos roben la esperanza

11 – Es perverso vivir del sufrimiento y de la destrucción del prójimo. Por eso
anhelamos una justicia más eficiente que erradique sin demoras la impunidad. Al
mismo tiempo no dejamos de pedir la conversión de los traficantes.


12 – A cada uno de los que han caído en la droga, le
decimos con el Papa Francisco “Puedes levantarte, puedes remontar; te costará, pero puedes conseguirlo
si de verdad lo quieres. Tú eres el protagonista de la subida, esta es la
condición indispensable. Encontrarás la mano tendida de quien te quiere ayudar,
pero nadie puede subir por ti”.


13 – No dejemos que nos roben la esperanza, ni que se la
arrebaten a nuestros jóvenes. Cuidémonos los unos a los otros. Estemos
particularmente cerca de los más frágiles y pequeños. Trabajemos por una
cultura del encuentro y la solidaridad como base de una revolución moral que
sostenga una vida más digna.

Que el Señor nos ilumine y la Virgen de Luján nos ayude a cuidar el presente y
el futuro de la Nación.

 

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