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Spahn, el “buen administrador”

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Nicolás Lovaisa – SOL 91.5

Irrumpió en la vida de Unión como el empresario exitoso que iba a ordenar la economía de la institución. En cinco años su gestión triplicó el pasivo, inició una obra que no sabe cuándo ni cómo terminará, contrató 5 técnicos, incorporó 60 refuerzos y no le dio jamás lugar a las inferiores en el plantel profesional. El Tate quedó casi afuera de la pelea por el regreso y ni siquiera parece haber armado una base para la próxima temporada, que otorgará diez ascensos entre 22 equipos y que, sin embargo, asoma como “un duro torneo”, según expresan integrantes de la CD fuera de micrófono.

Dos derrotas consecutivas, a manos de rivales inesperados, comienzan a darle lugar a un previsible final de torneo para Unión: Brown de Adrogué y Boca Unidos de Corrientes dejaron al equipo casi afuera de la pelea por el ascenso y desnudaron las falencias de una comisión directiva que armó un plantel a gusto y placer de un entrenador al que decidieron despedir tras la primera rueda.

Los errores de una dirigencia que desde mediados de 2012 dilapidó la categoría están más expuestos que nunca: en 40 días desarmaron un plantel que había logrado el ascenso y la permanencia para armar otro que cumplió la peor campaña en toda la historia de Unión, con peor racha (26 sin ganar) incluida. La excusa de haber cuidado “la economía” de la institución en ese lapso se desvanece cuando uno observa los números: se gastaron 9 millones de pesos más en el plantel del descenso que en el anterior.

Tras un Inicial 2012 penoso, en el que se lograron apenas 7 puntos, el futuro estaba claro: a esa altura Unión ya estaba descendido y debía utilizar el Final 2013 para intentar sacarse de encima contratos altos y, en caso de no poder hacerlo, al menos darle minutos a los jugadores del club (los de inferiores y los de su propiedad) para armar una base de cara al torneo de la “B” Nacional. No ocurrió nada de eso: de manera inexplicable el presidente Luis Spahn no intervino y en esas 19 fechas Facundo Sava decidió que vistieran la Rojiblanca futbolistas que, se sabía, en junio de 2013 se irían de Santa Fe.

Luego del descenso, el error de cada temporada dijo presente otra vez: cumplir a rajatabla los deseos del entrenador de turno (en este caso Sava) a la hora de los refuerzos. De los 11 que llegaron al club sólo dos de ellos venían con continuidad en la temporada anterior: los arqueros Daniel Islas y Matías Castro. El resto, con varios meses sin fútbol. Algunas decisiones fueron insólitas: se incorporó a Maximiliano Laso, que venía de jugar en la segunda división del fútbol rumano, y a Pablo Mattos, que no había logrado consolidarse como titular en Sarmiento de Junín, en la Primera “B” Metropolitana. Ambos con contratos muy por encima del de Nicolás Bruna, que en junio podría quedar libre.

Unión terminó la primera rueda a 10 puntos del ascenso y a 5 del descenso. Se fue Sava y, en la desesperación por encontrar un respaldo que había empezado a perder, Spahn contrató a Leonardo Madelón, ídolo de los hinchas. El DT se hizo cargo de un plantel que no armó, perdió a Daniel Islas y a Nicolás Correa, titulares indiscutidos, y se reforzó como pudo: sólo acertó con Leonardo Sánchez. Una serie de buenos resultados arrimaron al Tate a la pelea, pero no alcanzó. La sensación es que al equipo le alcanzó la nafta para esto. Y que en las 5 fechas que restan Madelón debiera hacer lo que Sava no hizo: darle minutos a los que quiere que se queden y a los que vienen de abajo. El resto, afuera.

Spahn, el “buen administrador”

Uno de los elogios que suele recibir el presidente Rojiblanco de algunos de sus pares de comisión directiva, y también en algunos medios, es que llegó a Unión para ordenar a un club que estaba “en ruinas” y que durante su gestión la entidad se “ordenó económicamente”. En realidad, Spahn puso muchísimo dinero en la institución: sería bueno saber cuánto y si Unión debe devolverlo con o sin intereses. Y si bien es cierto que es elogiable que un empresario aporte dinero, eso no lo convierte en un “buen administrador”.

Spahn tomó el club en 2009 con un pasivo de 17.881.563 pesos. Eso fue lo que se aprobó en la Asamblea de Socios en la que él mismo fue uno de los que levantó la mano para acompañar el balance. A su lado estaba Jorge Molina, el socio político que eligió para llegar a la presidencia, con quien luego se distanció y que se ha convertido en un enemigo con el que, parece, nada lo hubiera unido nunca.

En el último balance, aprobado en 2013, el pasivo es de 54.380.396 pesos, más del triple (un 204 por ciento de aumento). De manera insistente, y con algunas contradicciones en distintas entrevistas periodísticas, Spahn intentó demostrar que el pasivo recibido fue en realidad de 28 millones de pesos. Lo curioso es que en ninguno de los tres balances que se presentaron antes durante su gestión se hizo alguna mención al respecto. Pero sí en ese momento, posterior al descenso y donde más se incrementó la deuda, que aumentó casi un 70% respecto a 2012.

Así se incrementó el pasivo de Unión, en pesos, según los balances oficiales de la institución:

– 2003   14.965.057 pesos (último año gestión Malvicino)
– 2004   15.808.220 pesos (gestión Citroni)
– 2005   16.200.000 pesos (gestión Citroni)
– 2006   18.888.889 pesos (gestión Malvicino-Molina)
– 2007   22.054.460 pesos (gestión Malvicino-Molina)
– 2008   16.607.568 pesos (gestión Vega)
– 2009   17.881.563 pesos (gestión Vega-Ponce)
– 2010   22.024.136 pesos (gestión Spahn)
– 2011   23.141.058 pesos (gestión Spahn)
– 2012   32.126.720 pesos (gestión Spahn)
– 2013   54.380.396 pesos (gestión Spahn)

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