Se cumplieron 8 años de la muerte de Diego Barisone
Se cumplió el pasado viernes el octavo aniversario de la muerte del futbolista santafesino Diego Barisone, quien surgió futbolísticamente de las inferiores en el Club Atlético Unión y se encontraba jugando en Lanús al momento de su fallecimiento.
La mañana del 28 de julio de 2015 se conocía la triste noticia de un trágico accidente en el kilómetro 11 de la autopista Santa Fe – Rosario, a la altura de Coronda. El auto Volkswagen Scirocco en el que viajaba el defensor santafesino Diego Barisone con rumbo a Buenos Aires para entrenarse en Lanús, club en el que estaba jugando, impactó de atrás a un camión que circulaba en el mismo sentido.
Leer más: El mensaje de Unión a siete años del fallecimiento de Barisone
Barisone fue homenajeado por sus compañeros del Granate cuando lograron el título en 2016, tras golear a San Lorenzo. Se los vio con remeras donde se podía observar la cara del santafesino y con palabras alusivas a los sentimientos que los unían. En Unión, en tanto, también se lo homenajeó y se lo sigue haciendo constantemente. Incluso se disputa el Torneo de Fútbol Infantil “Diego F. Barisone”.
La editorial de Enrique Cruz
Aquel pibe, que todavía no había cumplido los 23 años, tomó la lanza. Los técnicos se daban por hechos con el 0 a 0. Ni Kudelka ni Caruso Lombardi, los entrenadores de Unión y San Lorenzo querían más, ya que el empate les cerraba para lograr el objetivo de salvar la categoría. Era la fecha 15 del Clausura, 19 de mayo de 2012, un sábado a la noche. Iban 42 minutos del segundo tiempo.
Kudelka había sido su profesor de educación física en el colegio La Salle; su esposa, Viviana, fue su maestra en tercero y cuarto grado. Lo conocían a Diego de pequeño, cuando era “Dieguito”, aunque nunca va a dejar de ser “Dieguito”.
El pibe tomó la lanza, Maidana pisó la pelota como si se tratara de un 10 pletórico de virtuosismo y metió el centro; Barisone metió el cabezazo. La pelota se fue abriendo alejándose de ese grandote con pinta de boxeador ruso de apellido Migliore. La pelota entró junto al palo derecho del arco de la redonda; la explosión se escuchó en el sur, en el norte, en el este y el oeste.
El pibe, que desde los 4 años iba a la escuelita de fútbol, quedó apretado allá abajo en la montaña humana. Gerardo, María Rosa, Ornella, Renata, Cuki y Ángel, no sabían si gritar o llorar; se abrazaron todos. Todos querían llamarse Barisone esa noche.
“Estoy emocionado, no lo puedo creer porque llegue a este club de niño; esto es lo más grande que me pasó en la vida“, le contaba a la televisión pública con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta que terminó minutos en desatar.
Mientras tanto, el 15 de Abril repleto, vibrante, emocionado, no paraba de soltar y de saltar. Se movía, juro que se movía. Ese día no había jugado Avendaño, el patrón de la defensa. Pero apareció el pibe Barisone, el que aprendió a gatear en el club.
Esa noche era de Gerardo, María Rosa, Ornella, Renata, Cuki y Ángel, sus familiares directos. Era la noche de Roberto Meza, de Carlos Lugli y de Javier Cancillieri, sus técnicos de inferiores. Era la noche de Jorge Mauri, el caudillo de la defensa de Unión en el 89, al que Diego quería muchísimo.
Era la noche también de sus amigos, “Memo” Montero, Nico Bruna, “Cuqui” Márquez, que jugaban con él en las inferiores.
Era también la noche de sus amigos del club, de Santi Zurbriggen, Nereo Fernández, de Paulo Rosales y de “tarrito” Pérez. Algunos estaban ahí presentes, otros no. Pero todos gritaban ese gol con lágrimas en las ojos.
El pibe se cambió y caminó hasta el comedor El Rancho para cenar con su familia. Cuando entró, fue una ovación. Todo el mundo se paró para aplaudirlo, tanto los mozos como los comensales. Otra vez fue todo emoción, orgullo y pecho inflado. Este pibe no tenía todavía 23 años aquella noche; los iba a cumplir a fines de ese mes de mayo.
Ese pibe no imaginaba lo que el destino le tenía guardado tres años más tarde, en aquella desgraciada madrugada del 28 de julio de 2015, un día como hoy de hace ocho años. Ese pibe tuvo su noche mágica, de gloria. Por delante suyo pasaron todas las imágenes: la de su primera camiseta, la primera pelota, aquella leche que le preparaba María Rosa que tomaba de apuro para ir a la escuelita de Unión (la misma que lleva hoy su nombre) a encontrarse con sus amiguitos.
El camino por las inferiores, el debut en primera, el ascenso y ese gol que fue su primer salto a la inmortalidad.
“Quique, no te olvides de Diego Barisone. Hoy se cumplen 8 años de su muerte“, fue el mensaje bien tempranero de Carlitos Troveti, uno de los grandes laburantes del fútbol amateurs de Unión.
¿Cómo se puede pasar por alto esta fecha? Las fotos de su papá, Gerardo. Los textos cortos y emocionantes que tratan de acercar lo que jamás se aleja. El amor por un hijo, y más por un hijo muerto.
“A la muerte hay que matarla”, escuché en varias oportunidad. No se quien lo dijo pero lo comparto plenamente. Triste designio el de Diego, pero grande a la vez. Su imagen de jugar/hincha, su sentido de pertenencia, contrasta con el que otros no tuvieron. Su respeto y amor por el club que lo acobijó de chiquito, lo hará eterno y glorioso; lo hace eterno y glorioso.
Hace 11 años Unión lloraba de emoción con el gol de Barisone con San Lorenzo. Hace 8 años, Unión lloraba de tristeza con su muerte. Es su historia, su legado. Es ese gol, es aquel aplauso de la gente en El Rancho ese sábado por la noche. Es el orgullo de su familia convertido luego en dolor eterno e incurable cuando Diego dio su definitivo salto a la inmortalidad.
Quedan sus duendes que seguramente hoy van a ayudar a su querido Unión. Por en sueños, todavía sigue correteando aquel pibe, aunque ya no lo veamos.
