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En una fuerte homilía, monseñor Arancedo habló sobre “el flagelo de la corrupción”

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Monseñor José María Arancedo, expuso hoy en Tucumán las debilidades y fortalezas de la Argentina de hoy en una fuerte homilía que parecía dedicada a distintos políticos salpicados por casos de corrupción.José María Arancedo

Arancedo habló en la misa del segundo día del Congreso Eucarístico Nacional, día dedicado a la reconciliación. “Como argentinos venimos de una historia con luces y sombras, con desencuentros y heridas, con el flagelo de la corrupción y del narcotráfico, pero nos sentimos animados por la luz de la fe que fortalece nuestra esperanza y renueva nuestro compromiso de una Patria de hermanos”, explicó el sacerdote.

Y agregó: “Cuando hablamos de perdón y reconciliación lo hacemos con la certeza de una verdad que nace del amor misericordioso del Padre; no hablamos de una utopía sino de una realidad que hemos conocido en Jesucristo”.

Justicia independiente

Enseguida, habló de la impunidad: “La reconciliación no es impunidad, ella necesita de la verdad y del ejercicio de una justicia independiente respetuosa de las garantías constitucionales, pero aspira a una meta más alta y significativa.

Y exhortó: “Cuando abrimos nuestra mente y nuestro corazón al llamado evangélico de la reconciliación se abre un camino nuevo hacia la concordia y la fraternidad”.

También explicó que “la fe no estuvo ausente en aquellos congresistas aquí, en Tucumán (.), era para ellos una riqueza que sostenía sus deseos de Independencia en el contexto histórico en que vivían. No había contradicción entre su fe católica y el compromiso patrio”.

“La actitud de Jesucristo que amaba a su Patria, Jerusalén y que incluso lloró por ella nos ayuda a comprender esta dimensión social de la fe. (Lc. 19,41) Como argentinos, pienso, que nos haría bien esta actitud de dolor de Jesús por lo que nos falta de honestidad y justicia, de respeto por la vida y reconciliación”, indicó.

Y agregó: “La fe en Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, manifiesta, junto al amor y el compromiso con la Patria, una apertura fraterna a todos los hombres. La fe no nos aísla, es camino de encuentro, de respeto y de diálogo. En el marco del Año Santo de la Misericordia hemos elegido en este día celebrar la plegaria eucarística de la reconciliación. No podemos hablar de Dios sin una referencia a su misericordia que conocimos en Jesucristo, el rostro misericordioso del Padre”.

Por último reflexionó: “Recuerdo, cuando al iniciar el camino hacia el Bicentenario 2010-2016 nos propusimos como una de las metas: “Avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo”. La reconciliación, como vemos, está en el corazón mismo de la vida cristiana, porque tiene su fuente en Cristo que: “nos reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona” (Ef. 2, 16).

Fuente: La Nación

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