La ola polar que afecta a gran parte de Argentina podría ser consecuencia de la crisis climática actual
A contrario a lo que comúnmente se cree, el calentamiento global no solo provoca extremos cálidos. Aunque a menudo se usan indistintamente, los términos “calentamiento global” y “Cambio Climático” son distintos: el primero es solo una cara del segundo.
El calentamiento se refiere al incremento continuo de la temperatura global a largo plazo. Según la agencia espacial estadounidense NASA, se documentó un aumento significativo desde principios del siglo XX, especialmente desde finales de la década de 1970.
Por otro lado, el término “Cambio Climático” engloba el fenómeno del calentamiento global pero también se refiere a una gama más amplia de transformaciones que están ocurriendo en nuestro planeta. Estas incluyen el aumento del nivel del mar, la disminución de los glaciares de montaña, el acelerado derretimiento del hielo en Groenlandia, la Antártida y el Ártico, así como cambios en los patrones de floración de flores y plantas.
En los últimos días, la pregunta sobre si las fuertes heladas son resultado del cambio climático se intensificó. Leandro Díaz, investigador del CONICET en Ciencias de la Atmósfera, señaló que en las últimas décadas la temperatura global aumentó aproximadamente 1,2 °C en promedio.
Asociado a este fenómeno tenemos toda una serie de cambios en el clima del planeta, y esos cambios son un poco más diversos. Si hablamos de lluvias o hablamos de sequías depende de en qué región estamos mirando. Sin embargo, establecer una conexión directa entre un evento específico y el Cambio Climático requiere un estudio de atribución que solo puede realizarse una vez que el episodio concluyó.
Irene Wais, bióloga y ecóloga argentina, hace hincapié en las diferencias entre los hemisferios: “Si uno mira un planisferio, puede observar que el hemisferio sur está rodeado de agua, mientras que el hemisferio norte tiene más tierra. Esto, se podría decir, nos beneficia respecto de los impactos, ya que los océanos tienen una acción moderadora. Es por eso que, por ejemplo, las olas de calor son intensas en esta latitud, pero no son tan prolongadas como la que acaba de pasar América del Norte, en enero, por ejemplo”.
Inés Camilloni, profesora en la Universidad de Buenos Aires e investigadora del CONICET, quien lidera informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), explicó a Infobae el fenómeno: “El aumento de la temperatura mínima se ve en otras ciudades del mundo y también a nivel país. En Argentina la tendencia de la mínima es de aumento de 0.13º C/década, mientras que la de la máxima, es de 0.08º C/década. En las ciudades se explica por los materiales urbanos que absorben calor durante el día y lo liberan a la noche, generando una isla de calor que incrementa la mínima, que ocurre poco después del amanecer”.
Según los datos de la Agencia de Protección Ambiental porteña (APRA), entre 1960 y 2018 la temperatura media y máxima promedio anual aumentó en 1 °C, mientras que la temperatura mínima promedio subió hasta 1,7 °C. Además, las olas de calor se duplicaron entre 2010 y 2018 en comparación con las registradas en la década del ’90.