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A 50 años del gran paso, la llegada del hombre a la luna

El 20 de julio de 1969 Neil Armstrong y Buzz Aldrin se convirtieron en las primeras personas en pisar la superficie lunar, una hazaña histórica.

El comandante Neil Armstrong y el piloto Buzz Aldrin, astronautas de la misión Apolo 11 de la NASA, aterrizaron el módulo lunar Eagle el 20 de julio de 1969, a la 20.17 UTC, hace ahora medio siglo.

   “Houston. Aquí Base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado”, transmitió un impasible Armstrong al control de la misión en la Tierra, tras una complicada maniobra final casi sin combustible, en la que asumió el control de la nave.

   Armstrong se convirtió en la primera persona en pisar la superficie lunar seis horas 39 minutos después, ya el 21 de julio a las 02.56 UTC. Fue entonces cuando pronunció la histórica frase: “Este es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la Humanidad”. Aldrin se unió a él 19 minutos después. Ambos pasaron dos horas haciendo pruebas, tomando imágenes y recogiendo muestras en superficie.

Guerra fría

Época dominada por la guerra fría, la política, la propaganda y hasta la ingeniería eran más importantes que la investigación científica. Estados Unidos derrotaba a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Sin embargo, tras llegada del Apolo 11 las misiones sucesivas fueron cada vez más científicas, sentando las bases de la ciencia espacial. Aún hoy, los kilos de piedras que se trajeron a la Tierra y algunos de los instrumentos que se dejaron allí arriba siguen alegrando a los científicos.

   Buzz Aldrin apenas pasó una hora y media pisando la Luna. En este tiempo tuvo que desplegar, entre otros instrumentos, un sismógrafo y un retrorreflector. En las sucesivas misiones Apolo, llegaron más. Con aquellos aparatos se pudo estudiar el grosor de la corteza lunar y anticipar como es el interior del satélite. También se detectaron hasta 28 lunamotos entre 1969 y 1977, cuando los sismógrafos aún operativos fueron desactivados.

Fotos mágicas

El legado de la salida de la Tierra nunca dejó de crecer y la Tierra, tal como la ven las naves espaciales no tripuladas, nunca dejó de disminuir. Cuando la sonda Voyager de la NASA alcanzó el borde del sistema solar, tomó una foto de una Tierra pequeña junto a sus planetas vecinos. El telescopio Hubble y similares nos mostraron un universo sublime, colorido cuyas nubes de polvo llenas de luz están a años luz de distancia.

   Sin embargo, las fotos tomadas por los astronautas de la Apolo 11 y el grupo de seres humanos que los siguieron siguen siendo únicos. Todavía son los únicos retratos de nuestras especies en otro mundo.

  La mayoría de las fotos de la nave Apolo que mostraron una figura humana son de Aldrin, tomadas por Armstrong, quien puso su sentido de maravilla en las tomas. Estaban equipados con cámaras Hasselblad. Los retratos son lo que más fascina. Aldrin parece un alienígena. Su cuerpo está flojo, se mueve con pasos casi arrastrados en el desierto gris que se extiende hasta la nada negra. Reflejado en el casco, la pata del módulo de aterrizaje se ve sólida y también es un invasor. No hay residentes para colonizar. Es el momento más inocente en toda la historia de la exploración humana, un nuevo mundo sin nadie para dominar.

Fuente: Infobae/ La Capital

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