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A 20 años del asesinato de José Luis Cabezas

Su crimen fue atentado directo a la libertad de información. Hoy, ninguno de sus asesinos está preso.

image551710974f4a58.75039204El 23 de agosto de 1995, el entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, denunció ante la Cámara de Diputados negociados en el Correo y apuntó a una mafia que tenía respaldo del poder político.  La exposición de Cavallo, junto a su gabinete completo, duró al menos 6 horas. Ante ellos cuestionó tajante: “¿Quién es el señor Yabrán? ¡Nadie lo conoce! ¡Pero él sí va a conocer todas las pruebas que tenemos!”. Debajo del puño enardecido que sacudía de un lado a otro había un sinfín de hojas y expedientes que daban letra a esas acusaciones.

Al día siguiente todos los diarios titularon en primera plana: “Cavallo denunció una mafia enquistada en el poder”. Meses después el economista fue separado del cargo, pero había logrado su cometido: el nombre de Alfredo Yabrán comenzó a estar hasta en las charlas de café. Todo el país se preguntaba por el enigmático empresario acusado de tener vínculos carnales con el presidente riojano. En 1997 no era fácil acceder a los datos de una persona (Google no existía, las primeras webs cobraban vida, los celulares con cámaras eran impensadas). Fue así como la revista Noticias pidió una entrevista con el dueño de las múltiples firmas. Aceptó con la salvedad de que no hubiera fotos porque ni los servicios de inteligencia conocían su cara. Se rumoreó que dijo: “Sacarme una foto a mí es como darme un tiro en la frente”.

El 16 de febrero de 1996 el reportero gráfico José Luis Cabezas logró fotografiarlo mientras caminaba por una de las playas de Pinamar. Junto a su amigo Michi tenían estudiados los movimientos de Yabrán, quien también tenía vigilados los de ellos. El 3 de marzo, la imagen fue tapa de la revista. El valor periodístico de la foto es altísimo desde donde se la mire, pero nadie jamás imaginó que por ella se pagaría un precio tan alto. Cuentan algunos allegados que José Luis había recibido amenazas que consideró menores y que nunca se lo contó a su familia para no preocuparlos. Nadie pensó que la ira del magnate llegaría tan lejos y que decidiría poner fin a la vida del fotógrafo.

Lo que siguió fue el secuestro de José Luis. Salía de la fiesta de cumpleaños de Oscar Andreani, lo esperaron, lo golpearon y lo llevaron a la cava de Madariaga en el mismo auto alquilado por la editorial para que se movilizara mientras cubría la temporada. Quizás los acontecimientos sean conocidos en su totalidad porque en estos 20 años se escribió mucho sobre ellos, pero al volver a hacerlo se redescubre algún detalle o se conoce uno nuevo, como por ejemplo que Gladys Cabezas se enteró de la muerte de su hermano por la radio y, desconocedora de las amenazas, pensó que había sufrido un accidente de tránsito porque “le gustaba la velocidad”. Al saber lo sucedido, Cristina Robledo, su última esposa, les pidió a los policías que se fijaran en cierto detalle del cuerpo de su marido para identificarlo bien, pero cuando le contaron que su amado estaba totalmente carbonizado sufrió una crisis nerviosa. A metros de ella estaba la beba que habían tenido juntos y a la que, por esas rarezas del destino, José Luis no llegó a fotografiar.

Fuente: Infobae

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